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Tecnología arcaica


José Escorihuela

Así como un árbol tiene necesidad de hundir sus raíces para elevarse, tal vez el hombre moderno debería hundir también sus raíces en la Historia y conocer mejor el legado griego, cuya finalidad fue transmitir un proyecto de paz y de futuro. Esa unidad europea hoy tan ansiada no es sino el viejo proyecto de unidad helénica.

Lo que hizo grande a la Grecia Clásica fue el valor de sus preguntas y la profundidad de sus respuestas. Esa fe en la creatividad del hombre hizo del geómetra un artista, del mecánico un poeta, del físico un filósofo, y esa grandeza de ideas sentó las bases del despertar civilizatorio en el Renacimiento: Leonardo y Colón eran estudiosos de los textos clásicos, Copérnico extrajo de Aristarco de Samos su idea heliocéntrica y Newton se empapó de las Matemáticas de los Elementos de Euclides.

En el siglo VI a.C. los griegos eran un pueblo viajero, curioso por aprender. De los egipcios tomaron la geometría, los sistemas de pesos y medidas y el calendario. De los babilonios la Astronomía y su sistema sexagesimal, así como la capacidad de predecir sequías, inundaciones y eclipses. En este siglo hubo una fermentación intelectual en todo el planeta; en Egipto el Faraón Necao circunnavega África, en Persia surge Zoroastro, Lao-Tsé y Confucio en China, y en la India Sidharta Gautama. En Europa surge ese ramillete de pensadores e investigadores de la Naturaleza en Jonia y las colonias griegas del mar Egeo.

Allí se utilizó por primera vez el alfabeto fenicio al uso griego. Allí se ubican los primeros promotores de la civilización occidental, hombres hijos de marineros, artesanos, agricultores, gente acostumbrada a trabajar con las manos. Ese poder de las manos despierta capacidades insospechadas, permite empujar pesadas puertas, empuñar banderas de progreso y construir monumentos como el Coloso de Rodas, de 33 m de altura, el Faro de Alejandría, de 178 m, o la Acrópolis de Atenas, monumentos antorcha que guían a la Humanidad. Las manos dan vida a las piedras dormidas en los siglos.

Tales de Mileto viajó por Egipto y Babilonia y nos habló de las transformaciones en la Naturaleza. Desvió el curso de un río con esclusas y compuertas. Resolvió problemas geométricos como la medición de distancias o el cálculo de alturas a partir de la longitud de la sombra, un método hoy usado para calcular la altura de las montañas de la Luna.

A Anaximandro se le atribuye el primer plano del mundo conocido y un globo celeste que mostraba la forma de las constelaciones, que él definía como mundos habitados.

A Anaxímenes se le atribuyen los primeros cálculos de distancias Tierra-Sol mediante paralaje o el primer reloj de sol.

Fue en Samos donde el ingeniero Eupalino construyó la primera obra de ingeniería civil griega, un túnel abovedado de 1 km de longitud para abastecer de agua a la ciudad, atravesando una montaña entera, lo cual planteó problemas sólo resueltos por procedimientos matemáticos y trigonométricos.

El ingeniero Teodoro hizo uso de la fundición del bronce y la técnica del vaciado aprendida en Egipto para realizar estatuas de tamaño colosal, y también se le atribuye el sistema de calefacción central que instaló en el templo de Diana de Efeso.

Anaxágoras nos habló acerca del Caos primordial y de las leyes de conservación de la materia, con las que Lavoiser en el siglo XVIII introdujo los principios de la química moderna. Introdujo a su vez los principios de la Homeopatía (una medicina reducida infinitesimalmente por particiones sucesivas seguirá conservando sus propiedades). Anaxágoras realizó ya las primeras disecciones e introdujo la teoría de las fases lunares, dándose cuenta de que la Luna brillaba con luz reflejada por el Sol.

El mundo de Demócrito de Abdera se componía de átomos y vacío. Los átomos son eternos e indestructibles y de sus combinaciones se forma el Universo.
Demócrito nos habla del origen de la vida a partir de un caldo primordial, al igual que en el siglo XX Stanley Miller sintetizó en laboratorio el primer aminoácido componente de la cadena del ADN a partir de una mezcla de amoniaco, metano y sulfuro de hidrógeno sometidos a una descarga eléctrica. Y en su faceta de matemático imaginó el cálculo de volúmenes como la suma de una serie de placas, una encima de la otra, un método que daría lugar al cálculo integral y diferencial.

Fueron los pitagóricos quienes introdujeron por primera vez la palabra ?cosmos? para indicar el Universo ordenado. Para los pitagóricos el número es la raíz de todas las armonías en la Naturaleza. Dedujeron que los planetas son esferas (¿quizá observando la sombra curva de la Tierra sobre la Luna durante un eclipse lunar?).

Los pitagóricos distinguieron la diferencia entre arterias y venas y otorgaron al cerebro la sede del intelecto. Fueron los primeros en comentar la existencia de los números inconmensurables o irracionales (raíz cuadrada de 2 o raíz cuadrada de 3) y también los primeros en someterse a las exigencias de las demostraciones abstractas.

Introdujeron la demostración por reducción al absurdo. Esta necesidad de abstracción les llevó al planteamiento del infinito en conocidas paradojas como la de Aquiles y la tortuga, atribuida a Zenón de Elea. La noción de infinito es difícilmente aceptable por nuestra razón, pero es una necesidad, y así surgieron los módulos generadores de armonía, como son la proporción áurica o el número pi, que abrió nuevas consideraciones aritméticas y geométricas, como se muestra en las construcciones griegas. Como los números irracionales no permitían la evidencia geométrica, tuvieron que echar mano del cálculo de las ecuaciones, cuyo máximo exponente fue Diofanto. Los árabes recopilaron y ampliaron su doctrina dando lugar al Álgebra.

Las grandes Filosofías griegas fueron el platonismo y el aristotelismo. Hoy la Teoría de la Relatividad retoma concepciones platónicas cuando nos dice que los sistemas de referencia absolutos, privilegiados, no existen en nuestro mundo manifestado, pero que sí existen modelos arquetípicos. Y Aristóteles, el gran naturalista, desarrolló la idea de la observación, el conocimiento experimental y el análisis.

Los griegos no desdeñaron nunca el trabajo manual. Solón, el gran estadista, recomendaba a los atenienses que sus hijos aprendiesen un oficio, y en la época de Pericles los trabajadores manuales no estaban exentos del gobierno de la ciudad.

Se crearon máquinas para la apertura de canales como el de Corintio. Poleas, polipastos, programación de autómatas (para el teatro), soldaduras de hierro. Ciencia y técnica se unían en la búsqueda de los porqués.

Y surge el genio de entre los genios: Arquímedes, considerado por algunos como la inteligencia más aguda de toda la Humanidad hasta el Renacimiento, el matemático más fino y el mejor ingeniero. La ley de la palanca, su famoso tornillo, clepsidras, relojes de agua, el estudio de balanzas, la tracción de los grandes pesos, estudios de hidrostática, máquinas de guerra y de defensa.

Con el tiempo, el esplendor de Atenas decae y su legado se transmite a Alejandría, que se convierte en una cantera de sabios. Su maravillosa Biblioteca, con más de 700.000 papiros, muchos de ellos tratados con sustancias a prueba de fuego, diez salas de investigación, fuentes, columnas, jardines botánicos, un observatorio astronómico, salas de disección, un zoológico con las especies más exóticas recogidas en sus viajes por insaciables aventureros. Un mapa alejandrino encontrado hace unas décadas muestra todos los continentes, incluida la Antártida.

Los sabios alejandrinos se vieron rodeados de problemas nuevos, de métodos inéditos y de soluciones innovadoras.

Euclides es el gran geómetra. En sus Elementos se recopila todo el saber matemático de la antigüedad: recopilaciones babilónicas, egipcias, hindúes, refinadas por la reflexión griega. Su libro V es una de las cimas del pensamiento griego: nociones de razones, semejanzas, proporciones. Y su famoso postulado, tan controvertido, de que de un punto externo a una recta no se puede trazar más que una paralela a ésta, y que condujo al matemático Riemman al planteamiento de su peculiar geometría, inspiradora de la teoría de la relatividad generalizada. Sus Elementos contienen cálculos de múltiplos y divisores, números primos, estudios de áreas y volúmenes y de la luz.

Otro gran físico fue Estratón. Vislumbró la relación entre peso y masa, dos
conceptos diferentes, y predijo las leyes de la dinámica relativas a movimientos acelerados, precediendo a Newton y Galileo en más de quince siglos.
Apolonio Pérgamo desarrolló el magistral estudio de las cónicas, o curvas resultantes de seccionar un cono, de las que nacieron la elipse, la parábola y la hipérbola. Huygens, en el siglo XVIII, consultando su teoría de las curvas desarrolladas, realizó un gran adelanto en el arte de la relojería mecánica. También a Apolonio se le atribuye la proyección estereográfica, o sea, la proyección de una esfera sobre un plano, precediendo a Mercator en la construcción de mapamundis. Apolonio fue el predecesor del astrolabio y la trigonometría.

Herófilo fundó la Escuela Médica donde se reunieron las obras del Corpus Hipocráticus. Estudió el sistema nervioso, cuyo centro situó en el cerebro. Distinguió entre arterias y venas. Realizó un notable esquema sobre la circulación respiratoria. Para la medicina alejandrina la verdadera cura consistía en estimular la actividad natural y prestar atención a la vida psicológica del enfermo. Por ello la dietética y la prevención eran las bases de su medicina.
Aristarco de Samos defendió el sistema heliocéntrico y la rotación diaria de la Tierra sobre sí misma. Comentó la existencia de vida en otras zonas del Universo. Por triangulación calculó las distancias entre Sol-Tierra-Luna.
Hiparco inventó un aparato especial, la dioptra, para medir los diámetros del Sol y la Luna. Era una especie de teodolito. Se le atribuye la esfera armilar. Introdujo la división del círculo en 360º, cada grado en 60? y cada minuto en 60??, un sistema de medición recogido de los astrónomos babilónicos. Cayó en la cuenta de que en su movimiento anual el Sol necesita un poco más de tiempo para volver al mismo punto del Zodiaco, y explicó el fenómeno por un corrimiento anual de los puntos equinocciales. Su gran empresa fue la de establecer un catálogo de estrellas (más de 800). Tuvo la gran idea de dividir la Tierra en meridianos, o sea, rectas convergentes en los polos que cortan a paralelos curvos.

Ptolomeo produjo la obra más acabada sobre la teoría de los planetas, El Almagesto, la Biblia de la Astronomía, que se mantuvo 14 siglos. Aunque Ptolomeo creía en el sistema heliocéntrico su teoría asentó la tierra como el centro del sistema para mayor claridad explicativa. Estudió los eclipses y realizó un catálogo de estrellas clasificadas según su brillo aparente. Introdujo a su vez las leyes de la reflexión y refracción de la luz y se dio cuenta de la existencia de una refracción atmosférica y de los errores de observación que puede provocar. Como geógrafo, Ptolomeo se aproximó a describir las fuentes del Nilo.

Eratóstenes fue el gran geógrafo que midió la circunferencia de la Tierra. Trazó un mapa del mundo, estableció una constitución general de vientos y zonas climáticas y estudió el problema de las mareas como la influencia de la Luna sobre la Tierra en lo que denominó ?Simpatía universal?.

Los griegos fueron un ejemplo de lo que un ser humano es capaz de conseguir. Se preguntaban sobre el hombre y su entorno; pensaban y descubrían los entresijos de la vida, no se dejaban llevar por las circunstancias, se imponían a la adversidad con elegancia atravesando el caudaloso río de la vida con sus torrentes y mareas llevando en su proa la estatua de Niké: la Victoria griega.


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