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Simbolismo de la Palmera


José Carlos Fernández
Como torres vigilantes se yerguen en nuestra ciudad de Córdoba. El viento hace susurrar su ondulante cabellera. Sus mil brazos se comban en las alturas, llenos de frutos en el otoño, y son sus sombras verdaderas estrellas de frescura en los días más tórridos del verano cordobés. Son símbolos de Victoria, de triunfo místico, por cuanto se desarrollan de dentro afuera. En Grecia consagrados a Zeus, y también al Dios de la Luz, Apolo, en su isla natal de Delos. Son las PALMERAS, árbol sagrado desde la más lejana protohistoria. Símbolos de resurrección y de victoria sobre el tiempo, la mejor y más vigorosa de las victorias. Como una ofrenda y sacrificio, cada una de sus hojas- que parecen ramas- caídas, es en su tronco una herida. Horapollo, filósofo egipcio del siglo V. d. C. en su obra Hieroglyphica dice qe representa y mide al tiempo:

"Para escribir Año pintan una palma, porque este árbol, el único de todos, durante la salida de la luna produce una sola rama, de modo que en las doce ramas de la palmera se cumple el año”.

Así, las muescas que vemos en la corteza de su tronco son heridas, son experiencias, son victorias. Plutarco diría que otorga 360 beneficios a los humanos, uno por cada día del año o grado del Zodiaco. Los egipcios entendieron estas muescas como marcas divinas del dios Heh, Dios de la Eternidad, que habría hecho para señalar el número de años. Y es que este Dios-de- los- Millones- de- Años porta una rama combada de palmera como distintivo. Y en este sentido de victoria sobre el tiempo era uno de los símbolos y jeroglíficos que representaban el Jubileo del Faraón, el Heb Sed, venciendo al tiempo cada 28, 30 ó 33 años. Quizás también dijesen- en el lenguaje más silencioso de lo esotérico- la victoria del alma del Sol sobre el tiempo y tinieblas de Apap, la serpiente de la materia primordial, y el torbellino de oscuridad de los eclipses.

Sus hojas, de hasta tres y cuatro metros se disponen- en la palmera datilera, que es de la que hablamos- como el penacho de un guerrero, y como la rubia cabellera del Astro Rey. Los egipcios la asociaron a Ra, dios del Sol creador, por la altura de su tronco, de hasta 20 metros, que al ser sin ramas, semejan columnas; y por el estallido en lo alto de sus hojas. Era así símbolo del Axis Mundi o columna que sustenta el mundo. Y el dosel que figura su copa se consideró que formaba la bóveda celeste, siendo sus frutos, a modo de racimos, estrellas y constelaciones.

Las diosas egipcias NUT, el cielo estrellado; HATHOR, la Gran Madre o Vaca Cósmica, e ISIS, dadora de Vida, y otras diosas madres son citadas en los textos como Señoras de la Palmera Datilera. Estas diosas vivían en el árbol, encarnaban en él y daban de comer y beber al difunto. Algunos egiptólogos han llegado a considerar a esta palmera como un símbolo del Alto Egipto. Las palabras con que la lengua egipcia ha designado a la palmera, se fijan en su cualidad de dulce (Bener), y en ser símbolo de la renovación del tiempo, en sus significados de “año”, “juventud”, “renovación”, “ frescura” (Renpet). Y es quizás este vigor el que vieron los “fenicios” cuando situaron este arbol junto a un caballo como emblema de la ciudad de Cartago.

Porque crece sin apenas necesidad de agua, y se yergue allí donde pocos árboles sobreviven, se convirtió la palmera en símbolo de resurrección, perduración y renacimiento. Y por tanto de la victoria de Osiris-el dios de Bondad- sobre Set- el mal, la sequía del desierto- representado por un asno. Este es también el símbolo y significado de Jesucristo entrando victorioso en Jerusalén a lomos de un asno. Y como nuncios de la Victoria, las palmas de Ramos, en el cristianismo, dicen la resurrección de Jesucristo al terminar el drama del Calvario-eco del drama de Osiris en Abydos. En la famosa escena de la tumba de Pashedu, en Deir el Medina, el Alma bebe de las aguas dulces del Nilo Celeste- cuya sombra es el Nilo que da fertilidad a las tierras de Egipto- a los pies de las palmeras. Quizás esta “viñeta” se refiera al Arbol de los Misterios que crece vigoroso en el corazón del discípulo y verdadero amante de la sabiduría. De hecho Jung vería en este árbol el símbolo del alma.

Para los persas la palmera simboliza la “tierra celeste”, y en la ciudad templo de Persépolis las columnas palmiformes figuran el árbol de la vida y la renovación. Adrián Snodgrass arquitecto y profesor de la Universidad de Sidney, Australia, en su trabajo “El simbolismo astronómico en la arquitectura del Cercano Oriente” dice:

"Las hileras de columnas que semejan palmeras forman los sagrados bosques del árbol de la vida que, identificado con los rayos del Sol que iluminan el horizonte antes de su salida, separan las constelaciones de Leo y Escorpio de las de Tauro e Íbice. Los capiteles de esas columnas-palmeras del pórtico y de los tres pilares de acceso rematan en toros que representan la constelación de Tauro, cuyo aspecto anuncia cada año la renovación de la vegetación y el reverdecer de la palmera, el Árbol de la Vida”.


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