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El espejo interior


Jorge Ángel Lívraga
Hoy, en que el mito de la igualdad se tambalea, se puede apreciar más libremente la Sabiduría de los anti­guos, que afirmaban que todas las cosas y los seres tienen existencias diferentes.

Es más: dentro de una misma persona es difícil registrar dos esta­dos de ánimo iguales a lo largo de un día, un mes o un año. Lo malo es que, salvo las excepciones que confirman la regla, estos estados de ánimo tienen frecuentemente un común denominador pernicioso, que es el de observar con preferen­cia la parte negativa de todo y todas las cosas.

A su manera, cada cual se siente un "mártir", un incomprendido o una victima de los demás, que no lo aman ni valoran como merece, más un largo etcétera que sería imposible describir aquí.

Es notable cómo el ego­centrismo, con tendencia más o menos acusada ha­cia el egoísmo, modifica las actitudes y procederes, convir­tiendo en necios a los inteli­gentes, en ociosos a los trabajadores y en débiles a los potencialmente fuertes.
El exceso de individualis­mo es tan malo como su con­trario.

Todos creen tener, de algu­na manera, las llaves del éxito, pero puestos a
prueba fraca­san, echando la culpa siempre a los demás y asumiendo posi­ciones psicológicas sombrías. No es raro encontrar que indi­viduos que son verdaderos déspotas para con sus subordi­nados, sean extremadamente sensibles cuando es a ellos a quienes les loca obedecer o escuchar un correctivo. Entonces decae la alegría y una nie­bla gris se abate sobre la torturada conciencia, que cree ser víctima de una injusticia, a la vez que proclama sus pro­pias bondades y los errores del prójimo.

Esta actitud pesimista y negativa me ha llamado profundamente la atención al observarla a lo largo de los años en cientos de personas que bien podrían experimentar una ac­titud mucho más auténtica, positiva y humilde ante la vida.
He recordado la parábola de Platón sobre el ?Ojo del Alma?, ese que según hacia donde se dirige, ve panoramas diferentes y comunica visiones oscuras, grises o franca­mente luminosas. Y he imaginado que tenemos dentro algo así como un espejo de posición variable. Y en él se refleja aquello hacia lo cual está dirigido. Si se lo deja flojo, laxo, caído hacia lo bajo del Mun­do, tan sólo reflejará sombras, peli­gros, adversidades. Si con un poco de esfuerzo logramos levantarlo, aunque sea hasta la horizontal, su campo de visión se ampliará con­siderablemente y sin despojarse de tinieblas, abarcará también ho­rizontes luminosos y pluralidad de seres y cosas interesantes y dignas de tenerse en cuenta, y el Alma ampliará su posibilidad de percibir y por lo tanto de discernir, decidir y actuar.

Si con firme voluntad levanta­mos más aún el espejo, veremos borrosas las cosas adversas del mundo y un Cielo de Luz llevará belleza y alegría a nuestro Cora­zón. Estaremos naturalmente pre­dispuestos al éxito, a la alegría, y la Sabiduría se desarrollará descu­briendo para nosotros verdaderas maravillas y los escondidos moto­res de las cosas visibles. Percibire­mos las manos de Dios en cada obra y su Pensamiento inconmen­surable rigiendo todas las ideas y todas las formas.

Así, sanamente entretenidos en la visión y vivencia de tales prodigios, iremos olvidando poco a poco nuestras estrecheces egoís­tas, nuestra ignorancia que descar­ga sobre espaldas ajenas los pesos de las responsabilidades que nos ennoblecen y que justifican nuestra vida.

Manteniendo ese reflejo del Cielo en nuestra Alma, todo se nos hará más fácil y las andaduras más agradables, fructíferas y alegres. En verdad, vale la pena el esfuerzo, pues de una semilla de voluntad surge un bosque de bienaventuran­za, de felicidad y de conformidad emocional consigo mismo, al po­der ver con claridad características del Sendero y de los Caminantes que, con el espejo hacia las tinie­blas, no podíamos distinguir.

Las vacilaciones merman y el miedo es reemplazado por una sana inquietud renovadora y vital.
Los quejidos se vuelven risas y naturalmente somos mejor acepta­dos por todos... simplemente, mo­viendo hacia arriba nuestro espejo Interior.


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Información ofrecida por la Asociación Cultural Nueva Acrópolis - Málaga


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