Ya en nuestra juventud nos gustaba jugar con el famoso efecto Kirlian o bioelectrografía, observando cómo aparecía en una fotografía Kirlian una lagartija completa con rabo incluido aunque se lo hubiéramos cortado previamente o bien el contorno completo de una hoja fresca a la que le habíamos cortado una de sus partes; con lo que podíamos comprobar que más allá de las formas físicas existía un doble energético que perduraba aunque le quitáramos su manifestación material.

Todo esto nos ayudaba a entender mejor nuestro mundo y por qué le podía picar a alguien una pierna que le habían amputado.
La técnica ha avanzado, y lo que se hacía con una cámara fotográfica sencilla hoy en día se hace a través de una videocámara, pudiéndose observar los cambios de luminiscencia de nuestro doble energético; así vemos el color y la intensidad que cambian cuando una persona fuma o tiene sentimientos la alegría, tristeza, etc.

Puede ser muy interesante desarrollar una futura medicina ayudada por estas nuevas técnicas.