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Barca


La barca.jpgLA BARCA, SÍMBOLO DE LA VIDA
La barca simboliza la travesía, el viaje por el mundo manifestado, y también por el más allá, principio de conservación y renacimiento de los seres.
Cuando nacemos tenemos nuestra primera barca en la cuna, la cual releva el seno de nuestra madre, que siempre queda en nosotros como el recuerdo de los orígenes. Éstos se traducen en las nostalgias inconscientes del retorno al útero, y su balanceo nos recuerda la felicidad de la seguridad despreocupada.

SUS ORÍGENES, SU HISTORIA, SUS MITOS

En las tablillas asirias se habla del diluvio. Nos cuenta la tradición caldea que Nuah viaja dentro del arca que flota sobre las aguas. El arca es el emblema de la Luna (Argha) o principio femenino. Y Nuah simboliza la inteligencia, el verbo que vivifica y fecunda la materia, la gobierna y anima, y es el espíritu que se remueve sobre las aguas. Éstas equivalen simbólicamente a la serpiente de las antiguas cosmogonías, el gran abismo de la materia sobre el cual boga el arca hacia el monte de salvación. Los animales encerrados en el arca simbolizan las pasiones humanas, y aluden a ciertas pruebas de la Iniciación en los Misterios instituidos en muchas naciones.

En una de esas tablillas, afirma la diosa Isthar:

Por seis días y noches dominaron el viento, el diluvio y la tormenta.

En el séptimo día calmó la tempestad y cesó el diluvio que todo lo había destruido como un terremoto. Las aguas volvieron a sus cauces y amainó el viento y cesó el diluvio.

Yo percibí la costa en el límite del mar.

.... al país de Nizir fue la nave (Argha o Luna); la montaña de Nizir detuvo la nave.

.... en el transcurso del séptimo día solté una paloma que se fue y no volvió...

Edifiqué un altar en la cumbre del monte.

En la India los textos puránicos nos cuentan que Vaivasvata salva a un pececillo en que encarna Vishnú para advertir por su boca a aquel justo varón del inminente diluvio que va a sumergir la tierra y ahogar cuanto en ella vive, por lo que le manda construir una nave en la que se había de embarcar con toda su familia. Así lo hace Vaisvasvata, e incorpora asimismo una pareja de animales de cada especie y una semilla de cada planta. Luego empezó a caer la lluvia. Entonces vino a colocarse delante de la nave un enorme pez unicornio, a cuyo cuerno ató Vaivasvata una soga, con arreglo a las órdenes recibidas, de modo que el pez pudiese remolcar la nave por entre los elementos desencadenados, hasta que, apaciguada su furia, el pez se detuvo con la nave en la cumbre de los Himalayas. Este Pez Vishnú (Matsya Avatara), es el Manú, legislador del ciclo actual y de los Vedas.

El relato más completo del diluvio nos lo da el Mahabharata. Una de las versiones de este relato afirma que Vaivasvata fue el progenitor de todos los pueblos de la tierra, y otra versión nos lo presenta, a manera de la leyenda griega de Deucalión y Pirra, arrojando guijarros en el limo dejado por las aguas para engendrar hombres.

En la tradición hebrea tenemos el Arca de la Alianza, situada en la parte más retirada del tabernáculo; contenía las dos Tablas de la Ley, la vara de Aarón y un vaso lleno de aquel maná del que el pueblo se había nutrido en el desierto. Era la prenda de la protección divina y los hebreos la llevaban en sus expediciones militares. Al trasladarla con gran pompa al palacio de David, los bueyes que tiraban del carro hicieron inclinar el Arca; según la tradición, aquel que la tocó para retenerla cayó al punto herido de muerte, pues no se toca en vano lo sagrado.

El arca conserva el conocimiento. Noé conservó el conocimiento antediluviano, es decir, todo el conocimiento de las edades antiguas, y el Arca de la Alianza todo el conocimiento de la Torá.

El Arca es el Argha de los Misterios en forma de nave. El Argha era un vaso oblongo, usado por los sumos sacerdotes como cáliz sacrificador en el culto de Isis, Astarté y Venus. Todas ellas representaban los poderes generadores de la Naturaleza y por tanto al Arca que contenía los gérmenes de todas las cosas vivas.

Isthar o Astoreth (la Luna) era un símbolo impersonal de la Naturaleza, el Barco de la Vida que lleva los gérmenes de todo a través del Océano Sideral sin límites.

La nave en forma de barco de la media luna encierra en sí todos los símbolos comunes del Barco de la Vida, tales como el Arca de Noé, el Yoni de los indios y el Arca de la Alianza.

Toda arca o altar, entre los egipcios, indos, caldeos o aztecas, era un símbolo del yoni o matriz de la Naturaleza. El arca de Osiris, con las sagradas reliquias del dios, era del mismo tamaño que el arca judía, afirma el egiptólogo S. Sharpe, llevada por sacerdotes con unas varas que pasaban por sus anillos en sagrada procesión, como el arca alrededor de la cual danzaba David, rey de Israel. Los dioses mejicanos tenían igualmente sus arcas. Diana, Ceres y otras diosas y dioses tenían las suyas.

Es notable la semejanza exterior de algunas de las arcas egipcias que tenían por remate dos figuras humanas provistas de alas, como el Arca de la Alianza.
El sarcófago que se encuentra en la pirámide de Cheops es símbolo del principio femenino, una "nave" simbólica o un vehículo en forma de bote, y un recipiente simbólico del germen de la vida. En los días de los Misterios de la Iniciación, el candidato que representaba al dios solar descendía dentro del sarcófago y representaba el rayo vivificador penetrando en la matriz fecundada de la Naturaleza.

Plutarco nos cuenta que el Sol y la Luna emplean como vehículos, en su ruta celeste, navíos de transporte.

Filón compara el arca de Noé con el cuerpo del hombre. Uno y otro presentan una forma rectangular, a las celdas del arca corresponden las cavernas de los sentidos, orejas, ojos y nariz.

En sus tratados De arca Noé moral y De arca mystica, Hugo de San Víctor se inspira en esta tradición y recoge también las grandes nociones de Orígenes, a las cuales se refiere explícitamente. El arca misteriosa es figurada por el corazón del hombre. Hugo la compara también a un navío. Estudia sucesivamente los diferentes elementos del arca para darles una triple interpretación literal, moral y mística.

El arca del corazón encuentra su análogo en el lugar más secreto del templo, donde se ofrece el sacrificio, que figura el centro del mundo. El arca conserva siempre un carácter misterioso. Jung descubre en ésta la imagen del seno materno, del mar en el cual el Sol es engullido para renacer. En el primer caso se la compara a menudo con el seno materno que produce la leche. (Aquí se asocia la leche con el Soma).

Es el vaso alquímico donde se efectúa la transmutación de los metales. Es también el vaso del graal. El tema del corazón como arca y vaso es un símbolo constante en la mística del período románico. El corazón del hombre es el lugar donde se opera la transfiguración.

El arca es un símbolo del cofre del tesoro, tesoro de conocimiento y de vida. Es principio de conservación y de renacimiento de los seres. En la mitología sudanesa, Nommo envía a los hombres el Herrero primitivo, que desciende a lo largo del arco iris con el arca que contiene un ejemplar de todos los seres vivos, de los minerales y de las técnicas.

El simbolismo más general de la copa se aplica al graal medieval, cáliz que recogió la sangre de Cristo y que contiene a la vez la tradición momentáneamente perdida y el elixir de inmortalidad. La copa contiene la sangre y por lo tanto es homóloga del corazón y en consecuencia del centro.

Por eso el hieroglifo egipcio del corazón es una vasija.

El graal es etimológicamente a la vez un vaso (grasale) y un libro (gradale), lo que confirma la doble significación de su contenido: revelación y vida. El graal era designado también como el Vaisel: símbolo del navío, del arca que contiene los gérmenes del renacimiento cíclico y de la tradición perdida. La Media Luna equivale también a la copa y a la barca.

El símbolo del germen, de la tradición no desarrollada pero destinada a serlo en el ciclo futuro, se halla de nuevo en los símbolos de la caracola y de la letra árabe Nun (una semicircunferencia, el arca que contiene un punto: el germen).
Es de destacar cómo se complementan el arca y el arco iris, que aparece por encima de ella como signo de alianza. Se trata de dos símbolos análogos, pero inversos; uno relativo al dominio de las aguas inferiores, y el otro de las aguas superiores; que se completan para reconstruir una circunferencia: la unidad del ciclo.

La concha, al evocar las aguas donde se forma, participa del simbolismo de la fecundidad propio del agua. Su dibujo y su profundidad de caracola recuerda el órgano sexual femenino. Son innumerables las obras de arte donde vemos a Venus sobre una concha transportada por las olas del mar, o sentada en un carro en forma de concha marina.

Entre los aztecas, Teccaciztecatl, el de la concha, es el dios de la Luna. Su símbolo, la concha marina, representa la matriz de la mujer y significa nacimiento, generación; la Luna preside el nacimiento de la vegetación y de la vida en general.

La palabra "arcano" deriva etimológicamente de arca.

Timeo de Locres, hablando del Arca, la llama el principio de las cosas mejores. A nadie se le muestra el Arcano excepto al más elevado.

El arca es en la tradición cristiana uno de los símbolos más ricos: la morada protegida por Dios y salvaguardada de las especies; de la presencia de Dios en el pueblo de su elección; de santuario móvil que garantizaba la alianza de Dios y de su pueblo; y de la Iglesia. En el Cristianismo reviste el triple sentido simbólico de nueva alianza universal y eterna; de nueva presencia real y de nueva arca de salvación, no ya contra el diluvio, sino contra el pecado, abierta a todos para la salvación del mundo, donde los creyentes se acomodan para vencer las asechanzas de este mundo y las tentaciones de las pasiones.
Es también el más antiguo monumento cristiano, pues la Iglesia se halla representada por una nave y los apóstoles son pescadores y pilotos que la guían.

La barca de Pedro es el símbolo de la Iglesia, y la nave de los edificios de las iglesias tiene la forma de un casco de navío invertido y puede aparecer como instrumento de navegación celeste.

En los cementerios de Roma con frecuencia se ven esculpidas naves que marchan en dirección de un faro que brilla a lo lejos.

LA BARCA Y LAS FESTIVIDADES

En la gran ceremonia anual de los egipcios que se celebraba en el monte de Athyr, la barca de Isis era llevada en procesión por los sacerdotes y se comían tortas o bollos marcados con el signo de la cruz (ankh). Esto se hacía en conmemoración del llanto de Isis por la pérdida de Osiris, lo cual daba a la festividad de Athir un carácter solemne e imponente. Platón alude a las melodías propias del caso y afirma que eran antiquísimas. El Miserere que se canta en Roma deriva, de hecho, de dicho canto, y se le parece en su cadencia melancólica. Detrás del arca seguían doncellas cubiertas con un velo.

En Egipto y luego en Roma se celebraba una fiesta de la Nave de Isis, que tenía lugar en marzo, al comienzo de la primavera. Un navío nuevo, cubierto de inscripciones sagradas, purificado por el fuego de una antorcha, con velas blancas desplegadas, lleno de perfumes y de cestas, era lanzado al mar y abandonado a los vientos; debía asegurar una navegación favorable el resto del año. La nave de Isis es el símbolo del sacrificio a los dioses con vistas a la salvación y a la protección de todas las demás naves: representa a la comunidad de los hombres embarcados en la misma nave de la nación o del destino.

En la procesión de Isis, descrita por Apuleyo en su libro Metamorfosis uno de los sacerdotes llevaba como lámpara una góndola de oro que irradiaba la claridad más viva.

En Grecia, los atenienses agasajaban a su diosa patrona, Atenea, dedicándole sus más hermosos templos y sus mejores fiestas. Cada año celebraban las Panateneas, y cada cuatro años, desde el 566 a.C., la Gran Panatenea. Ambas festividades se unificaron en el siglo V. Se dice que fueron instituidas por Teseo para conmemorar la participación de Atenea en la guerra contra los Gigantes. La fiesta tenía lugar en julio y duraba varios días. Se formaban procesiones festivas y se hacían juegos atléticos. Los premios consistían en vasijas de barro llenas de aceite puro. En la festividad de la Gran Panatenea participaba toda la gente del Ática. Las más bellas y jóvenes muchachas de Atenas transportaban el velo de la diosa, que habían estado tejiendo durante muchos meses en su honor y se lo ofrecían llevándolo en un desfile que era el acto más importante de todas las fiestas. Lo transportaban en una simbólica embarcación en cuyo mástil ondeaba el velo de la diosa; era amarillo y adornado en oro, con bordados que representaba las batallas de Atenea contra los Gigantes. El desfile comenzaba en el Cerámico, siguiendo la calle Panatenea pasaba por el Ágora y llegaba a la Acrópolis.

Atenea es también la protectora e instructora de los artesanos, entre ellos de los carpinteros constructores de carros y navíos. Tektón, hijo de Harmón el Ajustador, construyó para Paris, con la ayuda de Atenea, la nave que llevó a Helena hasta Troya. Supuestamente Atenea asiste con sus consejos y ayuda a Danao, el inventor del primer navío.

Hesiodo, en su libro Trabajos y Días, atribuye únicamente a los servidores de Atenea la capacidad de ajustar las maderas curvas en el talón y acoplarlas al timón.

Cuando Atenea dirige la construcción de la nave de los Argonautas, ella misma va al Pelión para seleccionar los árboles que el hacha debe cortar. Ella enseñará al carpintero Argos el arte de medir con regla los travesaños de madera.

La barca también es un emblema de Jano, pues el dios navegaba por el tiempo en los dos sentidos, símbolo de la doble cara de su poder.

Recordamos también las innumerables navegaciones a la búsqueda de las Islas o del Vellocino de Oro por los Argonautas, que son siempre búsquedas del centro espiritual primordial o de la inmortalidad.

Entre los Celtas se encuentra el motivo de la barca solar tirada por cisnes.
Los Ashvins, dioses hindúes con cabeza de caballo, a veces tienen un navío por emblema.

La asimilación de la Media Luna a una barca es corriente entre los sumerios, donde el dios Luna, navegante del cielo, es el hijo del dios supremo Enlil; Enki, dios de las aguas y ordenador del mundo, es también un navegante.
En Japón el príncipe Ninigi, nieto de la diosa solar y organizador del Imperio, desciende también del cielo en un navío.

Según los viejos mitos, los cataclismos geológicos sobrevienen al término de cada ciclo, pero el mundo no es destruido, sólo alterado para que nuevas civilizaciones vuelvan a florecer. Éstas no nacen de la nada, sino del germen que guarda lo tradicional, germen que es transportado por una barca y que vuelve a renacer como el Ave Fénix, purificado, renovado, desprovisto de viejas formas que ya no son válidas, guardando siempre lo bueno a través del tiempo. La barca siempre nos trae la esperanza de un mundo nuevo y mejor.

Adoración Perea Portolés

Bibliografía
- Diccionario de los Símbolos, Jean Chevalier y Alain Gheerbrandt.
- Doctrina Secreta, Helena P. Blavatsky. Tomo IV.
- Glosario Teosófico, Helena P. Blavatsky.
- Isis sin velo; Helena P. Blavtsky. Tomo IV.
- Tebas, Jorge A. Livraga.
- Diccionario de las Mitologías, Yves Bonnefoy.
- Los misterios de Isis y Osiris, Plutarco.


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