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Arturo y Merlín


Francisco Duque Videla


El Mito del Rey Arturo
Los relatos del Rey Arturo y el Mago Merlín viven en los sueños y aspiraciones del hombre de todos los tiempos y nos descubren unas enseñanzas milenarias revestidas con ropajes de la época en que se escribieron.

Una de las leyendas que más ha atraído al hombre de nuestra civilización occidental es la del rey Arturo. En los últimos ocho siglos se han escrito innumerables versiones y adaptaciones de este «mito». Al leer versiones dispares e incluso contradictorias, nos preguntamos: ¿existió el rey Arturo?; ¿son hechos históricos los que se nos narran o es sólo fantasía?; ¿hay quizá alguna enseñanza oculta en estas leyendas?

Muchos piensan que el ciclo del rey Arturo se compone de curiosas historias con las que los trovadores agradaban a las gentes de esa oscura y triste época. Y, en parte, están en lo cierto, pues muchos de ellos transmitían leyendas cuyo significado simbólico desconocían, añadiendo pasajes de su propia cosecha. Esto debe tenerlo en cuenta el estudioso para no ver extraños simbolismos donde no hay sino ficción.

Es necesario, pues, para la comprensión global de las leyendas de Arturo, considerar tanto el punto de vista literario como el esotérico. También es indudable que estos relatos reflejan la antigua mitología céltica, y que, debido a la época en que fueron escritos, están recubiertos de una «pátina» cristiana, al igual que tantas otras leyendas o mitos de los llamados paganos.

Contamos con testimonios históricos que afirman que existió un jefe bretón en el siglo V llamado Arturo; tampoco debemos despreciar el momento histórico en que se escribieron la mayoría de los relatos, que centraremos en el siglo XII, pues los usos y costumbres, y hasta los personajes de las novelas son reflejo de los de aquel siglo.

Así contamos con seis claves distintas que nos ayudan al estudio de este mito. No contentos con este número, pero sin querer forzar las semejanzas, encontramos una séptima clave. Efectivamente, nuestro estudio quedaría incompleto si olvidamos el tema del Amor, que tanta importancia tomó en esta época. Son característicos de este momento histórico las cortes de amor, la iniciación del caballero a través del amor a la dama, el culto a la Virgen
María, «Madre amorosa», etc.

Veamos a continuación una explicación genérica de estas claves.
Primera clave
Los relatos del rey Arturo son narraciones históricas de hechos ocurridos en el siglo V.
Mucho se ha estudiado sobre la existencia auténtica de Arturo. Se han encontrado emplazamientos bretones de mediados del siglo V que se han relacionado con algunos de los lugares que aparecen en las novelas: Camelot, Glastonbury, Avalon...
Arturo sería un caudillo bretón que lucha contra los invasores sajones junto a un tropel de jinetes -los Caballeros de la Tabla Redonda- y que muere al enfrentarse a Medraut o Mordred.

De todas formas, son muy oscuras las fuentes históricas de que disponemos, y las semejanzas de que nos hablan los estudiosos de esta clave se adaptan con dificultad a la realidad.

Creo que no es lo más importante para nosotros dilucidar si existieron un Arturo o un Quijote de carne y hueso. Es más importante el arquetipo que encarnan. Sin embargo, para que no nos digan que no tenemos los pies en la tierra y que hablamos de «fábulas», tomamos en cuenta este primer punto de vista.

Segunda clave
Las novelas del rey Arturo describen personajes y situaciones adaptados, a veces idealísticamente, de otros personajes o situaciones del siglo XII.
En el siglo XI hay una importante transmisión oral de las leyendas de Arturo, y es en el siglo XII cuando se escriben los más importantes relatos de Geoffrey de Monmouth, de Chrètien de Troyes, de Gottfried von Strassburg, de Robert de Boron, etc. Posteriormente tenemos las novelas de Wolfram von Eschenbach o de Thomas Malory, siendo la primera una recreación histórica y la segunda una recopilación muy tardía (1460).

Estos autores escriben bajo el amparo de nobles o de reyes, y para complacerlos, reflejan a los protagonistas de las novelas como a sus protectores. De esta manera se convierten en héroes que perduran a lo largo de los siglos. La corte de Arturo es la de los reyes de la dinastía Plantagenet y sus dominios son prácticamente los del llamado Imperio Angevino. Sus rivales en el trono francés, los Capetos, representan los vicios más denostados. La búsqueda del Grial, o de lo Trascendente, es un reflejo de la conquista de los Santos Lugares.

Tercera Clave
Los relatos del ciclo de Arturo sirvieron para inculcar unas determinadas ideas sobre el ordenamiento de la sociedad medieval, o para crear una agradable ficción, una válvula de escape de la cruda realidad.

Esta clave no se puede concretar en ejemplos determinados con todos los personajes, sino sólo de forma global. Aún así, no podemos negar que Arturo se constituyó en un monarca ejemplar y absoluto, digno de imitación por los soberanos occidentales. Ginebra representaba la soberanía femenina, recuerdo de las sociedades matriarcales que Leonor, reina de Inglaterra, quiso reinstaurar. Las profecías de Merlín, los Caballeros de La Tabla Redonda, los Templeisen, son otros tantos símbolos del dominio en Europa de los Plantagenet, de la sociedad caballeresca o de los Templarios, respectivamente.

Cuarta clave
Los relatos del rey Arturo son adaptaciones de antiguas leyendas y mitos célticos.
Los principales personajes de las novelas son dioses mitológicos celtas: héroes que retornarán, druidas, hadas, calderos, espadas o lanzas mágicas... También algunas costumbres son de origen celta o germano, como clavar las cabezas cortadas de los enemigos en lanzas, desafíos para recibir un golpe de hacha en el cuello, etc.

La dimensión heroica del caudillo celta fue otorgada por influencia germana o escandinava: Arturo se retira al Walhalla, llamado Avalon, a donde es llevado por tres jóvenes reinas que nos recuerdan las Walkirias. El fin del reinado de Arturo es de las mismas características que el Ocaso de los Dioses.

Quinta clave
Los relatos del ciclo artúrico, de origen pagano, fueron cristianizados por clérigos de la época para educar, tanto al pueblo como a los nobles.
Para encauzar las creencias ajenas al cristianismo, la Iglesia transformó éstas para no oponerse a las tradiciones populares. Los dioses celtas, romanos o de cualquier otra cultura se convirtieron en santos cristianos, los druidas en sacerdotes, los guerreros en caballeros cruzados -militia Christi-, y el caldero mágico en el Santo Grial, cáliz de la Última Cena.

Sexta clave
Los relatos del rey Arturo nos descubren unas enseñanzas milenarias revestidas con ropajes de la época en que se escribieron.
Este hecho se ha repetido innumerables veces a lo largo de la Historia: cuando una forma tradicional está a punto de extinguirse, se «populariza» de forma que se pueda asegurar la permanencia, a pesar de la incomprensión por parte del vulgo de los símbolos que transmiten. Los carnavales, las fiestas en general, los juegos y canciones infantiles, son otros ejemplos de esta transmisión.

¿Acaso no pensamos que Arturo fue algo más que un rey mortal, o que Excalibur fue más que un trozo de acero? Arturo representa al Rey o Gobernador del Mundo, del Bien, de la Justicia y su espada que ante nada cede y que atraviesa todo lo material es su mejor arma: la Voluntad.
Lo que nos aporta más luz sobre esta clave es el estudio comparativo de leyendas semejantes en otras culturas y en otras religiones. Así entendemos la venida de Arturo como la encarnación de Krishna, que se manifiesta a los hombres cuando es más necesario. O entendemos el Grial como el vaso que representa el corazón humano en los jeroglíficos egipcios, y que es necesario colmar de sangre o espíritu divino.

Séptima clave
Los relatos del rey Arturo están impregnados de un simbolismo y un lenguaje tomados de ciertos rituales amorosos o eróticos.
En esta época surgieron las cortes de amor, la sublimación del amor, sociedades esotéricas como los Fieles de Amor. Los autores que antes mencionamos no son ajenos a este tema. Trovadores y cátaros son otros ejemplos de aquella época, inmersos en la estilización o en la sublimación del amor. La Dama es entonces la personificación del Alma que el discípulo o enamorado debe conquistar para lograr su iniciación. Este amor del que hablamos tiene más relación con lo que conocemos como amor platónico o con el amor de Ovidio, que con el amor carnal o incluso con el simple matrimonio.
A continuación vamos a analizar los personajes de Arturo y Merlín y su lectura a través de cada una de las claves.

Arturo
1. Es el personaje central de los estudios históricos. Aunque no esté atestiguada su existencia por fuentes directas del siglo V, sin embargo, por medio de otras fuentes indirectas, se puede asegurar que fue un caudillo bretón que se levantó en armas contra los invasores anglosajones.
2. Arturo se asemeja a los reyes de la dinastía Plantagenet: Enrique I, Enrique II e incluso Ricardo «Corazón de León». El llamado Imperio Angevino, en su mayor expansión, en tiempos de Enrique II, es similar al de Arturo: Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda y más de la mitad de Francia forman parte de sus dominios. Arturo sufre una traición de su sobrino que le obliga a volver a Inglaterra cuando está a punto de conquistar Roma. Enrique II se ve implicado en problemas con la Iglesia de Roma cuando su consejero Thomas Becket se convierte en arzobispo, y tras ciertas desavenencias es acusado de su asesinato. Aquí comienza el declive de su imperio. Ricardo Corazón de León, tras la tregua con Saladino, en Jerusalén, y el intento de aunar los dos imperios, cristiano y musulmán, mediante la boda de los hermanos de ambos reyes, debe volver a Inglaterra, donde su otro hermano, Juan Sin Tierra, ha usurpado su trono.

Las semejanzas son interminables. Ya dijimos que los poetas y trovadores asemejaban las características y hazañas de sus héroes a las de sus protectores a fin de ganar sus favores. Pero también es cierto que éstos querían imitar a los héroes legendarios para encumbrarse.
Otros reyes ingleses se creyeron también la encarnación de Arturo, durante los siglos XIV y XV, como Enrique VII, o como el conde Ricardo de Beauchamp.
3. La situación histórica es deprimente. El hombre de la época, incapaz de cambiar la situación social, busca otras válvulas de escape. Plasma sus sueños no realizados en quiméricos reinos en donde triunfan el Bien y la Justicia.
Arturo, desde Camelot, dirige a sus paladines que van en busca de aventuras para defender a los necesitados. Este tipo de relatos sustentan unas determinadas ideas políticas de ordenamiento de la sociedad. Es una apología de la clase caballeresca que intenta abrirse un hueco entre la nobleza y el clero, compartiendo algunas de las características de ambos. Es también un ataque a la clase campesina y a la incipiente burguesía: unos son sólo villanos que no creen en el honor ni en la palabra, no mantienen las costumbres, no dignifican a la mujer convirtiéndola en una Dama; los otros no son generosos, prefieren el dinero a la gloria, son cobardes y débiles.

También se defiende con Arturo el tipo de monarquía absolutista de los Plantagenet frente a la monarquía francesa de los Capetos.
4. Arturo está relacionado con el dios Bran. Algunos estudiosos dicen que el nombre de Arturo viene del celta Arddu que significa oscuro, moreno, y que es uno de los sobrenombres de Bran, cuyo nombre se aproxima fonéticamente a la palabra inglesa brown, que significa también moreno. Bran era el dios de la batalla y el valor y también el protector de los bardos y de los juglares. Tanto Arturo como Bran están emparentados simbólicamente con el cuervo y con la urraca. Recordemos que el cuervo es el animal que trasciende lo material, que va más allá de la tierra física, y está relacionado con los misterios. En la mitología germana, el dios que se relaciona con el cuervo es Wotan, conocido como Odín entre los escandinavos.

5. Arturo es el representante de Cristo en la tierra. Es el defensor del cristianismo frente a los paganos, es el rey que se enfrenta a las fuerzas del mal. En alguna ocasión llega a simbolizar a Cristo mismo. El ideal caballeresco es esencialmente cristiano y la corte de Arturo es donde se plasma este ideal. Es de destacar que en los primeros relatos sobre Arturo se narra que llevaba una imagen de la Virgen María en su escudo, y que salió victorioso de una importante batalla tras llevar a cuestas una cruz como la de Cristo durante tres días y tres noches.

6. Arturo es el Rey del Mundo, el emperador del Bien, el representante de los hiperbóreos en lucha contra las tinieblas. Aparece en la Tierra cuando es necesario, como Krishna. Desaparece retirándose a la isla de Avalon cuando el ciclo ha concluido. Volverá de nuevo en el futuro. Es el rey que fue y el que vendrá. Es representante solar, trae la Luz, el Bien y la Justicia.

Podemos distinguir entre una primera caracterización de Arturo como joven intrépido y predestinado a ser rey, y la posterior, como monarca ejemplar que dirige desde su corte de Camelot, el «Centro del Mundo», la «Montaña de Oro», las acciones de sus enviados, los Caballeros de la Tabla Redonda. En el primer caso es el discípulo que supera las trabas de la personalidad bajo la supervisión de sus maestros: Merlín en lo espiritual, y Sir Héctor en lo heroico y caballeresco. También Cristo fue educado por José el carpintero y otros maestros espirituales. Tras su aprendizaje, logra desembarazar a la voluntad de sus ataduras materiales: extrae la espada de la piedra o del yunque.
Astrológicamente, lo relacionan con el signo de Sagitario y con el Sol.

7. No es Arturo el personaje central bajo esta clave, sino su esposa Ginebra. Arturo necesita, para ser verdadero rey, una esposa que le está predestinada. Su autoridad reside en la unión que realiza con la Mujer. Ginebra representa para Arturo más bien el acceso a la soberanía, no el amor. Arturo en la segunda época se mantiene al margen de las cuestiones amorosas y son sus más ardientes caballeros, Kay, Gawain, Perceval, Lancelot, los que por amor a la reina acuden en su ayuda. Arturo no es celoso porque aprende que a sus caballeros sí les es necesaria la «inspiración amorosa» por una Dama, mientras él se muestra frío y distante.

Merlín
1. Varios poemas galeses atestiguan la fama de un profeta y vate de nombre Myrddhin o Merlín. Es el bardo de Aurelio Ambrosio, «el último romano», confundido en la leyenda con Arturo. Cien años después, hacia el 570, vuelve a aparecer, en Escocia, pudiendo ser el mismo personaje, pues siempre se le conoció como un anciano, y se le concedían poderes sobrenaturales.
2. El personaje que más se puede aproximar a Merlín en la corte de Enrique II es Thomas Becket. Los dos asumen la figura de consejero espiritual del rey. Ambos fueron educadores de jóvenes príncipes como Arturo, o como el hijo de Enrique II. Juegan también un importante papel en la política del reino. Becket se relacionó tanto con los nobles como con los pobres y mendigos. Cuando desaparecen, comienza el ocaso del Imperio.
3. Merlín es el profeta que anuncia la decadencia y el futuro glorioso del Imperio Británico. Merlín anuncia que una gran águila protegería con sus dos alas a Francia e Inglaterra. Varios reyes creyeron ser ese águila que profetizó, y que gobernaría en los dos reinos. También es consejero del reino, modelo de equidad y buen juicio. Es un extraño solitario que se retira a la tenebrosa soledad de los bosques para vivir en compañía de los animales salvajes. Es el otro ideal de la vida medieval, no el caballero que lucha dentro del mundo, sino el ermitaño que se aleja del mundo para vivir en santidad, pero que influye indirectamente en la sociedad.

4. Está relacionado con el dios Loki, adquiere variadas formas, es sutil e inteligente. Como Loki, está más allá del bien y del mal terrestres. También Myrddhin es una figura mitológica entre los celtas, un dios al que se le atribuye la construcción de Stonehenge o círculo de Myrddhin. Su desaparición dentro de una montaña es similar al crepúsculo, a la puesta del sol, en el que se supone que está el espíritu de Merlín.

5. Merlín es el elemento que sirve para enlazar las tradiciones antiguas con el cristianismo. No es estrictamente un sacerdote cristiano, pero es defensor y doctor de la iglesia. No es uno de tantos santos y ermitaños que viven ascéticamente y nunca celebra la misa.

6. Como otros personajes extraordinarios, se le atribuye un nacimiento mediante la intervención de lo sobrenatural: es fruto de la unión de una mujer virgen y un enviado celestial, o diabólico. Es la contraparte espiritual de Arturo, es su «Maestro». Se dice también que permanece encerrado en un castillo de cristal, dormido, donde yace en un sueño encantado del que despertará cuando Arturo vuelva a aparecer en el mundo.
Astrológicamente, lo relacionan con el signo de Capricornio y con el planeta Saturno.

7. Merlín se encuentra más allá de las pasiones humanas, aunque las comprende, como por ejemplo, cuando ayuda a Uther Pendragon a reunirse con la esposa de su rival. Desaparece de la escena cuando comienza la decadencia: sin saberlo, Arturo ha tenido un hijo con su hermanastra, Mordred; Lancelot, amante de la reina, tiene también un hijo de una joven doncella, Galahad; los caballeros se olvidan de lo espiritual, de lo religioso, y fracasan en la demanda del Grial. En esta situación, Merlín comete una especie de suicidio, poniéndose en manos de una ambiciosa joven, Viviana o Morgana, según las distintas versiones, la que obtiene todos los conocimientos de Merlín, quien acaba encerrado en la montaña de cristal.
Juan Carlos del Río

Bibliografía
El Santo Grial, John Matthews. Ed. Debate. Madrid, 1998.
The Holy Grail, Malcolm Godwin, Viking Penguin. New York, 1994.
Historia del Rey Arturo y los nobles y esforzados Caballeros de la Tabla Redonda. Carlos García Gual.
Cruzada contra el Grial, Otto Rahn. Ed. Hiperión. Madrid, 1982.
El Rey Arturo y su mundo. Diccionario de Mitología Artúrica. Alianza Ed. Madrid, 1991.

Merlín o la era de los dioses
La figura de Merlín surge de una época remota en la que los prodigios, la magia y la aventura esperaba a todo aquel que se lanzara en pos de la hazaña: el conocimiento de sí mismo, la búsqueda del Grial

Al escoger este tema y enfrentarme con la tarea de enfocarlo, me percaté de lo extenso que resultaría, aún restringiéndolo al aspecto simbólico y dentro de un período de tiempo que no profundizase en las raíces célticas, escandinavas o germánicas de la tradición, ni tampoco se extendiese más allá del siglo XII en las varias reinterpretaciones y nuevas versiones que apareciesen hasta el siglo pasado con las óperas de Wagner.

Sin embargo he tenido que ceder a la tentación de detenerme en algunas de estas consideraciones debido a la enorme importancia de su claro simbolismo.
En verdad, Arturo «El Rey que fue y que volverá» -como lo nombra la tradición- no sólo se constituyó en un emblema perenne de británicos, galeses, irlandeses y aún franceses, sino que representa las íntimas aspiraciones de todos los seres humanos y vive desde siempre en nuestros sueños, como Merlín vive en los de él. Todos intuimos una época remota en que los prodigios, la magia y la aventura esperaba a todo hombre que, armado de sus virtudes caballerescas y la osadía necesaria para enfrentar las muchas dificultades que se ocultan en lo oscuro de los bosques o en lo profundo de los lagos y ríos, se lanzara en pos de la Gran Aventura, la hazaña mayor, el conocimiento de sí mismo, la Búsqueda del Grial.

Es tan riquísimo el contenido emblemático, y digo emblemático porque cada personaje, cada escena es un conjunto de símbolos por sí mismo, que sólo se puede enfrentar la tarea de abarcarlo realizando un análisis por separado, por cada etapa en que se divide el Ciclo. Más allá de las divergencias literarias existentes en las muchas versiones, hay un hilo que le da sentido y coherencia al Mito. Aunque logramos estructurarlo utilizando para ello variadas fuentes, que se distancian entre sí en más de diez siglos y que contienen interpolaciones provenientes de pensamientos tan distintos como la tradición germánica o la liturgia cristiana, de todos modos hay una claridad, una transparencia y un orden que nos permiten ofrecer un todo uniforme compuesto de muchas partes.

Obedeciendo a este enfoque me he propuesto presentar un esbozo introductorio del Mito que comprende sus antecedentes histórico-literarios así como un detenido estudio del personaje de Merlín, el Mago.

Antecedentes histórico-literarios
Tal como se menciona en la introducción, el Ciclo en sí está constituido por una serie de interpolaciones tanto literarias como tradicionales, provenientes de fuentes diversas y que se remontan a épocas arcaicas, sobre todo en lo que se refiere al Grial. Para poder darle coherencia al relato debemos separar estos elementos y circunscribirlos en sus probables épocas de origen. Cabe dejar claro que digo probables, porque no existen argumentos históricos contundentes para afirmar -o negar- la existencia de Arturo y sus Caballeros o de la de los otros personajes que forman parte de la leyenda.

Arturo
Lo más concreto que tenemos de el, son ciertos datos que nos llevan al siglo V, en la actual Gran Bretaña, y que hacen referencia a un caudillo militar bretón llamado Arthur o Arthus que habría comandado un ejército de hombres con el propósito de defender la Bretaña contra las invasores anglosajones. De ello se pueden inferir algunas especulaciones, como que se mostró destacado por su valor y cualidades militares, que le hicieron digno de pasar a la posteridad y ser elevado más tarde a la categoría de Rey. La mención más concreta es atribuida a un monje galés llamado Nennius, quien escribió su Historia Brittonum a mediados del siglo IX, relatando las duras contiendas entre bretones y anglosajones, en las que enumera doce batallas conducidas victoriosamente por Arthur haciéndolo sucumbir en la última de ellas, la de Mons Badonicus (Monte Badon), sólo cuando el número de enemigos era muy superior por la llegada de refuerzos desde el continente. Otro texto del siglo X llamado Annales Cambriae y que contiene materias varias, recuerda la participación de Arturo en estas batallas y especialmente la última, en que hace morir a Arturo y a Medraut, el traidor, que es seguramente Mordred, el sobrino usurpador. En estas batallas se le menciona transportando un símbolo que se ha interpretado como cristiano posteriormente (la cruz o una cruz, o la Virgen María). Quizás otro dato en su favor es la existencia de varios britanos de los siglos VI y VII que llevaron el nombre Arthur, bastante raro en la onomástica isleña.

Por otro lado en la tradición literaria galesa (que se hunde a su vez en los mitos célticos, y que provienen legendariamente de una mítica raza semidivina llamada los Tuatha de Dannan, que habrían arribado en épocas remotas a las costas de Irlanda provenientes de la Atlántida, tras las luchas contra los hombres oscuros y ante el inminente hundimiento), Arturo es un héroe mitológico partícipe de aventuras que tienen mucho de simbólicas, como la búsqueda del Caldero Mágico (el Grial) en la Ciudad de los Muertos, haciendo un viaje en barco a través de mares tormentosos y un sinfín de dificultades. En estas leyendas su nombre se relaciona con el dios Bran, Señor de la Guerra y el Valor, y protector de los bardos y juglares. La raíz de su nombre es el celta «Arddu», que significa oscuro o moreno (bran -brown), que es característico de esta divinidad, emparentada con el cuervo y la urraca, los que también se relacionan con Wotan u Odín, el señor del Walhala. Hay un singular parecido entre la muerte de Arturo y su viaje a la Isla de Avalon custodiado por las Hadas, y el Ocaso de los Dioses y la participación de las Walkirias que transportan a los guerreros caídos en batalla. A su vez, el insigne filólogo y simbologista M. Roso de Luna, cuando hace comentarios a los textos artúricos en sus libros, invierte su nombre haciéndolo provenir de Suthra (Arthus) o «el hilo de oro», emparentándolo con la raza de los héroes, hijos de dioses y hombres, y también de Arktos, «Osa», y Ouros, «guardián o conductor», vinculado así astrológicamente con la constelación de la Osa y con el papel de «conductor de la Vaca» o conductor del carro del Sol, y en ese rol se lo asocia a Artario, el Mercurio céltico, Rey de Oberón en la isla de Avalon o isla de los ancianos, la famosa Isla Sagrada de la tradición ocultista de todas las
culturas antiguas.

No es sino hasta la aparición de la Historia de los Reyes de Bretaña del poeta galés Geoffrey de Monmouh en1136 (probablemente basado en relatos y tradiciones orales cantadas por bardos y juglares que pasaron al continente a partir de 1066, tras la batalla de Hastings en la que Guillermo el Conquistador, Duque de Normandía, concreta la conquista normanda en Inglaterra y permite este intercambio de tradiciones), cuando Arturo se transforma en «el Rey que fue y que volverá», «la esperanza bretona». Señor omnipotente, pacificador de Inglaterra, hombre noble, cortés y heroico, que otorga a su pueblo prosperidad, abundancia y justicia, a la vez que unifica a los caudillos militares en una Corte esplendorosa situada en la mítica Camelot o Caerleón pletórica de prodigios y maravillas, reinando para todos y encomendando a sus nobles y errantes caballeros mil desafíos. Es muy probable que este poeta se inspirara en Enrique II y la dinastía Plantagenet, relacionando la leyenda con los hechos de armas y la corte de Enrique, con el objeto de demostrar gratitud hacia su protector. En esta historia se hace provenir a Arturo de Aurelius Ambrosios, famoso general de origen romano que habría gobernado en la Bretaña en los primeros siglos, y que deposita el reino en su sucesor Uther Pendragón. En esta historia ya menciona Geoffrey a Merlín y la Corte de Caerleón o Camelot.

A este intento se suman los de R. Wace que vierte al romance francés para la corte de Enrique II (siglo XII) un libro titulado Roman De Brut (el antecesor de Aurelius Ambrosius), que extrayendo nuevos elementos de las tradiciones galesas, incorpora la famosa Tabla Redonda y la floresta de Broceliande donde habita el Mago Merlín. También cabe destacar a Chrêtien de Troyes, que escribe en francés un Ciclo en varias novelas conocido como la Vulgata, sobre el tema Artúrico, en la misma época pero ya sin afán histórico; en él sin embargo interpola la búsqueda del Grial como tema central de varios capítulos o libros en los que divide su obra, lo que originará también un universo literario y simbólico con fuerza propia. Posteriormente aparecerán numerosos remozamientos al Ciclo, empresas todas de gran éxito literario y que perdurarán hasta el siglo actual.

El grial
Aunque no es tarea de este artículo detenerse extensamente en tema tan complejo y rico, cabe mencionar aquí las fuentes histórico-míticas de este elemento que constituye el eje y destino de la Caballería.

Se trata de un objeto mágico, cuya tradición más remota es por cierto de origen celta. Aparece en este contexto como un Caldero Mágico con atributos de abundancia, en cuyo líquido hirviente restauraban sus heridas los guerreros e incluso recuperaban la vida los caídos. En otras versiones aparece como una Piedra mágica de excelsos poderes, capaz de realizar prodigios como alimentar a toda una concurrencia, curar heridas e iluminar con sabiduría al buscador. Sería como la Piedra Filosofal de los alquimistas.

Finalmente su caracterización más conocida es la del Grial o Graal, caracterizado como cáliz o vaso. Esta tradición está muy bien enfocada en una versión del Ciclo, aparecida en el siglo XII-XIII atribuida a un autor inglés, pero que más bien fue realizada anónimamente por un grupo de monjes -presumiblemente cátaros- que le dieron la connotación cristiana refundiendo con un nuevo simbolismo las propiedades mágicas del Caldero y la Piedra. Existe en ello una secuencia «histórica» para explicar su procedencia. Josef de Arimatea, el personaje del Evangelio, habría recogido las últimas gotas de sangre de Jesús en una copa o cáliz que sería la misma en que bebió Cristo en la última cena. Josef habría recibió el cáliz de manos del propio Jesús en una aparición, conjuntamente con la misión de llevar sus enseñanzas hacia Occidente y conformar una orden o iglesia que preservara estos conocimientos a través de los tiempos. Con ello se llevó otro objeto de culto, la lanza con que Longinos, el soldado romano, perforó el costado de Cristo. Sin embargo en esta última existe un antecedente también celta, válido así mismo para la famosa espada hundida en la piedra o yunque. Habría peregrinado Josef de Arimatea hasta un castillo o fortaleza que se hallaría en la cima de una montaña, y donde desde entonces se custodia el Grial. Aquí la leyenda se funde con la historia del origen de los cátaros, templarios y otras órdenes monásticas y de caballería, que al parecer mantuvieron la tradición esotérica cristiana, al margen de la Iglesia, quien miró más bien con recelo estas publicaciones y la expansión de la leyenda sobre el Grial, llegando a veces a promover acusaciones de herejía que derivaron en aniquilaciones sangrientas, como en el caso de los mismo cátaros y templarios.

Antecedentes histórico-simbólicos
El personaje de Merlín, esencial en todo el Ciclo, tiene un origen bastante incierto desde el punto de vista histórico. Se dice -por un lado- que existió un caballero inglés llamado Ambrosio Merlín, que nació por el año 480, que gozó de gran prestigio como encantador, mago y profeta, dando origen a una serie de leyendas, y que ofició de consejero del legendario Aurelius Ambrosius.

Otras versiones de más crédito atestiguan la fama de un profeta y vate llamado Myrddhin o Merlín, una suerte de sacerdote druida de origen céltico que habría cumplido las funciones de consejero con el mencionado Aurelius Ambrosius. Cien años más tarde, hacia el 570, vuelve a aparecer para auxiliar esta vez a Uther, el padre de Arturo, y posteriormente hará lo propio con el mismo Arturo. Siempre se asocia su figura con la de un augusto anciano dotado de poderes sobrenaturales y proféticos. Él mismo dice pertenecer a otras épocas «en que los espíritus (elementales) compartían con los hombres» cuando los dioses gobernaban en la Tierra, por lo que su edad es tan incierta como su origen.

Vive solo, en un retiro en los bosques, pero siempre aparece cuando los
hombres lo necesitan. Siendo consejero de Uther, le hace traer las enormes piedras desde Irlanda para reconstruir Stonehenge, y en ellas vivirá. Está relacionado con el dios celta Loki, que permuta sus formas. Como Myrddhin, se le atribuye la construcción de Stonehenge o círculo de Myrddhin.

Como todos los personajes mitológicos se le supone un nacimiento sobrenatural, siendo hijo de una monja o sacerdotisa -virgen- y un espíritu, un ángel o demonio. También su muerte es extraña, pues se dice que al presenciar la decadencia del Ciclo y la pérdida de valores, se «suicida» entregando sus conocimientos y su «palabra de poder» (el famoso mantram que los Yoguis de la India entregaban a su discípulo sucesor antes de morir) a una joven aprendiz de hechicera llamada Viviana o Morgana, según las distintas versiones. Esta le encierra en un palacio de cristal, permaneciendo dormido a la espera del retorno de Arturo. También se le hace morir en una montaña, como el crepúsculo de una Era mítica, o vagar transformado en cuervo.

Indudablemente se trata de un personaje simbólico-esotérico. En primer lugar no tiene un origen temporal y su procedencia mítica nos habla por un lado de la presencia de una suerte de Avatara, un iniciado o adepto, siempre con apariencia de anciano, representante de la Magia blanca, en oposición a Morgana que representa la Magia negra. Para apoyar esta idea cabe mencionar la Isla Sagrada que en otras tradiciones ocultistas también está presente, así como el castillo de cristal en donde duerme el «Rey del Mundo», el «eternamente joven» que cada 100 años despierta con sus caballeros para renovar su voto solemne de custodiar la marcha evolutiva de la Humanidad.

Pero también en otra clave histórica se nos presenta como un vínculo con la raza ancestral lemuro-atlante, los salvados de las aguas -dado que Merlín surge de un lago-, con su doble origen y su peregrinaje a través del océano para dejar huellas indelebles en los dólmenes de una esperanza permanente, para recordarnos nuestro pasado y nuestro futuro.

Como sabio y profeta lanza a Arturo (en otras versiones está anunciada a sus antecesores en el reinado) una terrible profecía al hablar de los dos dragones (serpientes) rojo y blanco que se trenzan en permanente lucha, venciendo uno u otro alternativamente. Es parte de la iniciación de Arturo y su conocimiento de las energías. Le propone las cuatro pruebas de los elementos para vencer la materia y, en fin, está para indicarle su misión y aconsejarle en sus decisiones.
Historia del Mago Merlín

Lo que a continuación relatamos está extraído del libro El Baladro del Sabio Merlín, de autor desconocido y cuya edición data del año 1535, pudiendo existir ediciones anteriores. Cabe hacer notar que debido a lo tardío de la fecha probable en que esto se escribiera, el contexto en que se desarrolla la historia es totalmente cristiano, haciendo aparecer a Merlín como un doctor de la Iglesia a pesar de conjugar este rol con sus proverbiales características de sabio, profeta y «nigromante», tal como se le presenta en el relato.

Quisieron los ángeles de las sombras (diablos) tomar venganza del sacrificio realizado por Jesús al ofrecer su vida para salvaguardar los destinos de la humanidad, y con tal propósito planearon dar vida y aliento a una criatura humana que viviese para trabajar a favor de ellos, confundir a los buenos e impedir la salvación de las almas mediante el escarnio de la obra de Cristo.

Para consumar esta felonía escogieron a una mujer que pudiese cobijar a tal criatura, y con este propósito intervinieron en el curso de los acontecimientos de la familia a la que la elegida pertenecía. Muertos su padre, su madre y su hermano mayor a causa de las desdichas producidas por esta suerte tan adversa, quedaron solas tres hermanas. Indujeron a la mediana a cometer adulterio y la hicieron ajusticiar.

A pesar de contar con el auxilio de un santo ermitaño, la menor de las hermanas fue a su vez inducida al adulterio, para hacer flaquear el alma de la mujer escogida. En este trance, debilitada su voluntad por el constante acoso del demonio, se durmió la buena mujer y así fatigada y en sueños, sin intervención humana alguna, supo que había engendrado una criatura.
Así, encinta de un ser desconocido, sufriendo el escarnio público, fue sentenciada por la justicia a una prisión de ocho meses en una torre, mientras nacía el pequeño.

De acuerdo al relato, quiso Dios que por ser el niño hijo de un demonio, conservase la capacidad de ver, oír y saber todo lo que ocurre, y por ser hijo de mujer santa tuviese el don de ver el porvenir. Nació de gran tamaño y totalmente cubierto de vello. Pusiéronle Merlín como su abuelo.

A los dieciocho meses tenía ya el tamaño de diez años, y con ocasión del juicio definitivo de su madre, fue el propio Merlín con gran maravilla de todos el que asumió su defensa. Tan sabias fueron sus palabras y con tanta penetración escudriñaba el presente y el pasado de sus propios jueces que la verdad relució por encima de la mentira y su madre fue libertada.

Tomó luego Merlín contacto con Blaysen el ermitaño, haciéndolo su preceptor y encargándole que testimoniara en un gran libro todo aquello que él le encomendase. Este libro se llamó El Baladro que significa la «profecía», dado que Blaysen escribía en él lo por venir, las visiones de Merlín.

Comienza así a relatarle Merlín a Blaysen cómo Josef de Arimatea trajo la reliquia del Santo Grial por encargo de Jesucristo, y se lo legó a Clayn, quien a su vez lo condujo al Castillo de Corberic, la casa del Rey Pescador, el que desde entonces lo custodia. Contó Merlín a su vez que su padre, el Demonio, lo haría buscar por hombres contrarios a Oriente, es decir opuestos al Bien, dado que en la Edad Media se entendía el Oriente de algo, una joya por ejemplo, como su parte más bella e interna.

Aquí el relato nos lleva a la antigua Bretaña. En ella vivía un rey llamado Constantino, que descendía de Aurelio Ambrosio ( y éste de Bruto), que tenía tres hijos, Maines, Pendragón y Uther. Muerto Constantino, Maines, el mayor, asume el poder. Sin embargo tras una invasión de los sajones y vencido el Rey, éstos hacen de Veringuer, el antiguo senescal de Maines, su nuevo rey, a lo que éste se niega para no faltar a la fidelidad de su antiguo señor. Motivados por este impedimento hicieron los sajones matar a Maines y proclamaron rey a Veringuer. De este modo Pendragón y Uther tuvieron que huir hacia el destierro.
Envanecido en el poder hizo construir Veringuer una gran torre como símbolo de su reinado, pero ésta se venía a tierra por más que fuese afirmada por sus constructores. Consultados sus consejeros acerca de la razón de este prodigio, le indicaron que la mezcla para la construcción debía estar empapada por la sangre de un niño sin padre, y por diversos anuncios supo Veringuer de la existencia de Merlín, de quien había cundido la fama de haber sido engendrado sin paternidad, al que encargó traer a su corte.

No pudieron sus enviados conseguir engañarle ni reducirlo, antes bien se maravillaron de su saber, y quiso de este modo venir Merlín por propia decisión a la corte. Instalado en ella desenmascaró a los consejeros del rey y explicó la razón de la caída de la torre. Así le habló Merlín al rey acerca del origen de la isla, y de la existencia de dos dragones, uno blanco y otro rojo, sumergidos bajo la isla, los que se trenzaban en permanente lucha haciendo caer la torre. Finalmente el blanco vencería al rojo, mas el significado de esta batalla ocultaba para el rey el fin del su reinado. El blanco simbolizaba a los sajones, por ahora victoriosos. El rojo a los bretones, perdedores y engañados, los hijos de Constantino que vivían en el destierro. Éstos tomarían venganza y su reinado terminaría.

Del mismo modo que lo anunció Merlín, ocurrieron los hechos. Pendragón y Uther retornaron a la isla seguidos por los bretones fieles a su Dinastía e hicieron quemar a Veringuer. En estos hechos en que se gestaba el destino de los hombres, permaneció ausente Merlín, y no regresó hasta que Pendragón ya rey, le pidió que volviese y lo hizo su consejero.

Cuando la corte de Pendragón adquirió prosperidad, retornó Merlín al lado de Blaysen para relatarle lo ocurrido y dejó que los hombres gozaran de un nuevo periodo de paz. Sin embargo quiso ver Merlín en el futuro sombríos acontecimientos para el reinado de Pendragón y sintió que su presencia sería otra vez necesaria. Fue testigo pues de la envidia que ciertos hombres de sangre sajona avecindados en la isla sentían por Pendragón. Se reunió con los hermanos y les relató el destino que les deparaba. Uno de ellos debería morir en batalla contra los sajones, pero no les diría quién para que la lealtad y el amor que se profesaban no se viese empañado por el dolor. Anunció también la victoria para los bretones si éstos sabían esperar la señal de un prodigio que sería visible en el cielo. Era éste el Dragón Rojo (o dorado), emblema de la dinastía que vería su gloria y ruina en el legendario Arturo. De este modo, reconocidos los signos en el cielo, se consumó la victoria de los isleños, pero quiso el destino que muriese Pendragón en la batalla.

Nombrado rey el menor, Merlín tomar el nombre de su hermano, por lo cual el novel monarca se llamó Uther Pendragón. Pensó Uther en honrar la memoria de su hermano de una forma que jamás fuese olvidado. Para ello se hizo aconsejar por Merlín, quien le encargó la titánica empresa de hacer traer desde Irlanda las piedras del lugar llamado la corona de los jayanes, haciendo referencia a una raza primitiva que las usó para honrar la memoria de sus reyes. No pudiendo fuerza humana alguna asumir tamaño encargo, fue el propio Merlín el que las trajo mediante su poder y las dispuso en el orden que actualmente tienen (Stonehenge).

Enseguida encargó Merlín a Uther la construcción de la tabla redonda, en memoria de aquella mesa en la que Jesucristo celebró la última cena. Cumplido este encargo hizo Merlín reunir a todos los señores de la corte y dispuso los asientos para cada uno de ellos en condición de igualdad, dejando vacío un asiento destinado a aquél que no ha nacido y que sería digno de cumplir con el pacto de conservar el Santo Grial, restañar las heridas del padre del rey pescador que permanece postrado en el castillo y responder las preguntas anunciadas en la procesión. Este asiento, que para algunos es el número trece, o el cien para otros, se llamó desde entonces la «silla peligrosa» y en ella se grabaría con letras de oro el nombre del merecedor de tan alto honor, en el momento en que los designios del destino lo establecieran.

Desde estos sucesos el destino de Merlín se enlazaría con hilos misteriosos con aquel que tampoco había nacido pero que sería conocido como «el rey que fue y que volverá», representante de la era de los hombres y la caballería cortés, el Rey Arturo.


Bibliografía:
El Baladro del sabio Merlín, anónimo.
Historia del Rey Arturo y sus nobles caballeros, Carlos García Gual.
El Libro que mata la muerte, Mario Roso de Luna.


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