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Alejandría. El sueño de un Gran Rey (II)



Alejandría. El sueño de un Gran Rey (II)

Antes que Roma fuera el faro del mundo, mucho antes de que Constantino decidiera hacer de Bizancio, aquel poblado griego junto al Bósforo, otro de los grandes espacios organizados, Alejandría ya había construido el indispensable modelo invisible que le ha permitido perdurar. Y seguramente Bizancio y Roma se inspiraron en ella, pues en la Historia hay pocas cosas inventadas, totalmente originales.

El Mouseion (santuario de las Musas) y la Biblioteca

Cuando, tras la muerte de Alejandro, Ptolomeo Soter reina en Egipto, encarga a Demetrio de Falero que organice un gran centro de conocimiento, el Mouseion, donde se recoja todo el saber de su tiempo en una Biblioteca universal. Estaba naciendo un modelo que se perpetuó a lo largo de la Historia, en los momentos sublimes en que el poder se aliaba con el amor al conocimiento. Aquella prodigiosa Biblioteca inspiró numerosas iniciativas que salvaron al mundo de la barbarie.

Personaje clave para el proyecto cultural de Ptolomeo, sabemos que Demetrio era discípulo de la Escuela Peripatética, y había sido tirano de Atenas durante diez años, hasta su exilio en el 307 a.C. Llegaría a Egipto a finales del siglo III tras una estancia en la griega Tebas. A su llegada a Alejandría se convirtió en consejero del Rey, a quien recomendó la lectura de libros sobre el arte del buen gobierno y asesoró en asuntos de legislación. Debió ser él quien recomendase la creación de un gran centro de estudio, el Mouseion. Por su parte, Soter, que era también un admirador de Aristóteles, intentó conseguir los servicios de Teofrasto como tutor de su hijo Filadelfo, y al no lograrlo, contrató a Estatón, discípulo de aquél. Otros sabios intervinieron en la educación del príncipe, como Filitas de Cos y Zenódoto de Éfeso. Por otra parte, el gran matemático Euclides, nacido en Alejandría, dedicó sus Elementa Mathematica al rey Soter.

A la muerte de Soter, Demetrio cayó en desgracia, por haber aconsejado al Rey que nombrase como sucesor a uno de los hijos de Eurídice. Filadelfo lo desterró a una ciudad del Delta, donde murió.

El modelo elegido se inspiraba en la Academia platónica y el Liceo de Aristóteles. En concreto, se inspiraban en el Mouseion, que en tiempos de Polemón, que dirigía la Academia entre el 314 y 276 a.C., se había construido en el jardín de la Academia, donde habitaba con sus discípulos. Su funcionamiento se conoce por el testamento de Teofrasto, que fue director del Liceo entre el 322 y el 286 a.C. En dicho edificio había un santuario dedicado a las Musas, adornado con estatuas de Diosas y un busto de Aristóteles, un patio con mapas de las tierras exploradas y diversas dependencias. Los sucesores de Teofrasto vivirían como en una especie de comunidad. Este carácter religioso de la institución también estaba presente en el Mouseion de Alejandría, pues según Estrabón, al frente de la pequeña comunidad había un sacerdote, responsable del culto a las Musas y un Eístates o director del Mouseion, encargado de la administración y finanzas. A las Musas se atribuía la inspiración filosófica, artística y científica, siguiendo el ejemplo de Pitágoras que, según Vitrubio, atribuía sus descubrimientos a las celestes inspiradoras.

Los miembros del Mouseion tenían a su disposición casa, comida y exención del pago de algunos tributos, vivían como en una especie de comunidad con bienes en común (sínodo). El nombramiento de sus miembros dependía del visto bueno de los reyes, a cuyo servicio se consideraban. No se impartía enseñanza, sino que estaba dedicado a la investigación, si bien existía el aprendizaje por parte de discípulos aventajados. No obstante se organizaban conferencias públicas y simposios, a los que ocasionalmente asistía el Rey. Se admite generalmente que esta institución coexistía con la Biblioteca y ambas se complementaban des-de su fundación.

Durante la época romana, la actividad del centro fue derivando cada vez más hacia la enseñanza. Florecieron sabios como Herón, con sus artefactos, Claudio Ptolomeo, geógrafo y astrónomo, y el médico Galeno. También en época romana cobró auge la Filosofía, con Plotino y Filón.

Al principio, la Biblioteca estaba junto al Mouseion, pero hubo que ampliar un anexo ante el número de libros, que se construyó en el Serapeum, reconstruido por Ptolomeo III Evergetes (Bienhechor) en el barrio sur de la ciudad.

El puesto de bibliotecario real era de gran prestigio, nombrado directamente por el Rey, y solía coincidir con el cargo de preceptor de los príncipes de la familia real.
Según Tzetzes en la biblioteca exterior había 42.800 libros, y en la interior 400.000 mezclados y 90.000 sin mezclar. Se reunió el corpus completo de la literatura griega. Filadelfo compró la biblioteca de la escuela de Aristóteles, mientras que los manuscritos originales de Aristóteles y Teofrasto fueron donados a Neleo y posteriormente confiscados por Sila y llevados a Roma.

Cada barco que fondeaba en Alejandría era registrado y se requisaban los libros que contuviese. Galeno los llamó «fondos de los barcos». Ptolomeo II Filadelfo consiguió los originales de las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides, mediante una fuerte suma de dinero, y los copió y devolvió las copias, quedándose los originales. Los libros se compraban sobre todo en Atenas y Rodas, o como consta en algunos textos homéricos, en Sínope, Kíos o Massalia. Se tradujeron los Anales Egipcios y se consiguió la historia de Babilonia escrita en griego por Beroso, en la misma época que Manetón escribió la de Egipto. Las excelentes relaciones que tuvo Filadelfo con el rey Asoka también proporcionaron textos pertenecientes a las religiones orientales.

También había material de otras culturas, como por ejemplo del Zoroastrismo o Mazdeísmo.
Había depósitos de adquisición, donde los funcionarios los registraban y clasificaban. Se indicaba la procedencia, el nombre del dueño, el del autor y el del erudito que había corregido o editado el texto. Otro criterio de catalogación eran los llamados «mezclados», cuando contenían más de una obra, o «no mezclados», cuando sólo incluían una. Entre otros datos, se indicaba la extensión del texto, contando el número total de líneas.

Había, pues, un libro de registro, un catálogo detallado para orientar a los estudiosos, así como una guía crítica del contenido de las bibliotecas, como la que hizo Calímaco (Pinakes), sobre los autores que más se distinguían en sus respectivas disciplinas. Clasificaba también por disciplinas: Retórica, Derecho, Poesía Épica, Tragedia, Comedia, Poesía Lírica, Historia, Medicina, Matemáticas, Ciencias Naturales y otras. En cada apartado los autores iban ordenados siguiendo el orden alfabético, y cada nombre iba acompañado de una nota bibliográfica y un estudio crítico sobre otros escritos del autor. Las Pinakes tuvieron una gran influencia en la Edad Media.
Disponía también de un servicio de préstamo, mediante la copia de los ejemplares que se solicitaban.

Mª Dolores Fernández-Fígares


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